lunes, 6 de octubre de 2008

Carta al hermano mayor

Contigo siento que aún me tienen que crecer las tetas.
Que tengo que morrearme con un chico y fumarme un canuto para crecer más deprisa.
Soy esa niña pecosa y no demasiado fea de las pelis que se enamora de su vecino o de su primo mayor, o que tiene celos porque su hermano está encoñado de Kimberly, la tetona del insti, o peor aún, de la muy vivida Natacha, la erasmus del este que cuenta unas historias tremendas (e inventadas) sobre su pasado y lleva un corte de pelo un poco andrógino.
Claro, como no ibas a quererme. Soy bonita para pasear, y graciosa para conversar.
Sé que estás orgulloso de mí y que aparecerás en todas mis fotos.
Que sí, que ya lo sé. Que tampoco es mala cosa ésto. Que al fin y al cabo los otros amores o cariños no duran demasiado tiempo, e incluso se tranforman en monstruos insospechados.
Dicen por ahí que un día te das cuenta de que la persona de la que estuviste enamorado se ha convertido en la antítesis de lo que fue y ya no sólo no le reconoces sino que además te cae como el culo. O te hace tanto daño que respire a tu lado que te sientes culpable y desamparado a partes iguales.O creías que tenía unas cualidades que no tiene y descubres que sólo eran cantos de sirena o gamusinos engañabobos, y que esa persona es mucho más simple y vacía de lo que pensabas y no puedes confiar en ella. Y la desilusión es lo peor que se lleva en estos casos, porque ya no sabes si estás luchando por olvidar lo vivido o por olvidar aquello que tú querías que fuera, la irrealidad más absoluta. Y no tiene nada de cuerdo luchar para olvidar la irrealidad. Y además es una estupidez.
Si todo ésto lo sé. Sé también que los amores "menores" son los que duran para siempre jamás.
Que son los únicos que permanecen y florecen y se encuentran a tu lado de igual forma al final de la estacada y al tropiezo con el mar.
Los que se alegran sin doble intención de méritos, reconocimientos, libertad en el alma y demás pequeñas alegrías.
Sé que pensarás en mi en tu luna de miel, cavilando que recuerdo le gustará más a la nena mientras de la mano de tu chica recitas parafernalia amorosa mirando al mar.
Y qué le vamos a hacer.
Siempre seré un sonajero contra las heridas del fracaso y eso contemplado desde el punto de vista humanitario tampoco debe estar tan mal.

4 comentarios:

Javier López Clemente dijo...

Brillante.

Salu2 Córneos.

Anónimo dijo...

Re-bienvenida :)

Nerea Ferrez dijo...

¿clara? oye, ¿al final quiénes vais a venir a Logroño? es que se lo tengo que decir a los de la gota. mira a ver si te hacen más caso las demás rusitas y me contestan al mail que os mandé a todas. rut ya sé que no puede.
besos moscovitas. nerea.

El Becario Jefe dijo...

Las chicas sin hermanos rara vez valen la pena. Sólo cuando están muy locas y se dejan querer sólo por tí. Pero no es su naturaleza, y huyen a los bosques donde violentan su naturaleza, untándose con líquenes y musgos. Y escriben cartas que no envían, y sus ojos se oscurecen y se enfrían.
Pasa el tiempo y no te ven... no llevas pendientes.